Imagina que eres un personaje en blanco y negro en una película de, por ejemplo, la RKO, interpretado por, no sé, Dan Duryea o Sterling Hayden. Contemplas un paisaje urbano de los años 40 marcado por el contraste entre la oscuridad y las cegadoras luces de neón. Reflexionas sobre cuál es el siguiente paso que vas a dar dentro de tu trama vital y finalmente tomas una decisión. Y claro, te equivocas: ¿quieres atracar un banco, matar a un marido rico para quedarte con su dinero y su mujer, ayudar a un colega al que le debes un favor a escapar de la cárcel o simplemente largarte con la pasta (la pasta, siempre la pasta) sin esperar para repartir? Dos conclusiones: a) estás dentro de una película del género negro y b) amigo, a ti te gusta perder.
En una entrevista el maestro Berlanga decía que todas sus películas eran crónicas de un fracaso: hay alguien que cree que va a poder conseguir algo que luego no consigue. Y esto, tan aplicable a las películas del valenciano, es casi la definición perfecta de todo un género. El cine negro tiene unos rasgos estilísticos evidentes, visuales y de contenido, archiconocidos, que lo definen. Pero su esencia moral, lo que late detrás de las imágenes, es sobre todo la crónica de un fracaso, el fracaso del individuo, de una sociedad, de una época, y, cómo no (que se lo pregunten a Robert Mitchum), de una idea ilusoria de la masculinidad.
Por eso siento decirte que tu personaje, ese que mira la ciudad por la noche, está sentenciado desde el principio, porque el propio género te ha desahuciado. A ver, si te interpretara Gary Cooper o Errol Flynn y estuvieras en una película de aventuras diez a uno a que salías victorioso: beso final,happy end, la reina te nombra sir, James Mason o cualquier malo de turno muere en tus manos… Pero aquí no, amigo: aquí acabarás muerto, o sin el dinero, o sin la chica, o las tres cosas. Así que, ya que estás dentro de la película, sé responsable y haz lo que se espera de ti. Asúmelo. Si vas a perder hazlo con todas sus consecuencias, camina con la cabeza muy alta hacia el fracaso siguiendo estos diez pasos ineludibles para ser un loser del cine negro clásico de los años 40 y 50, pasos que muchos antes que tú han seguido y sufrido. Porque, que no te engañe nadie: al final, aprender a perder cuesta tanto (o más) que aprender a ganar.
Número siete
Pa(i)sajes: El fracaso
Collages: Francisca Pageo