número tres | las penúltimas cosas | ilustraciones: ferdinand jacquemort
¿Alguna vez han visto una foto de Georges Perec? Barba estilo collar, pelo asombrosamente revuelto y, por encima de todo, una sonrisa pícara y una inquietud intelectual que proyecta desde sus mismos ojos. Perec fue tantas cosas que, parafraseando una de sus obras literarias, una tentativa de agotar sus méritos en vida estaría destinada a caer en saco roto. Archivero en un Centro de investigación neurofisiológica, escritor y domador de palabras, creador de crucigramas, miembro del OULIPO (taller de literatura potencial), de Raymond Queneau, premio al mejor adaptador del noir según Jim Thompson, contable de lo cotidiano, cineasta, ladrón de vocales y de consonantes, según la novela elegida… Como señalara Enrique Vila-Matas, Perec era “Experto en esquivar la grandeza, fue un maestro del arte de la atención a lo minúsculo. En ese descenso al territorio de lo pequeño reside paradójicamente su grandeza, que también se apoya en otra paradoja, su afán de que perdure el vacío de la vida: "Escribir es tratar meticulosamente de retener algo, de hacer que algo de todo esto sobreviva: arrancar algunos pedazos precisos al vacío que se forma, dejar en alguna parte, un surco, una huella, una marca, o un par de signos"”.
En Tentativa de algo (a propósito de Georges Perec), Ferdinand Jacquemort nos propone un intenso trayecto a través dos recuerdos, el de Perec y el suyo propio, que se encuentran en unas evocadoras líneas donde la memoria de un tiempo y los rastros que ha dejado en nuestro presente no agotan el brillo o la importancia que, en algún momento de la vida, tuvieron para nosotros.