El humor checo no es cualquier cosa. Quién se haya acercada a su cine, a su literatura, incluso haya presenciado alguna obra de teatro, algún teatro negro, alguna afortunada visita de los hermanos Forman, sabrá que no es cualquier cosa. Pero quizás mejor que intentar explicar qué es eso que no es como aquello otro, sería pensar en Franz Kafka. En Franz Kafka diciendo que él se reía mucho con lo que escribía. Ahora La fuga publica una antología del humor checo y Kafka está por partida doble, como no podía ser de otro modo. Y a él le hubiera gustado. E incluso le hubiera gustado estar con todos aquellos que comparten cartel con él, desde Hašek hasta Hrabal, pasando por otros muchos. ¿Qué es el humor checo? ¿Y la ironía praguense? No lo sé. A la antología le han puesto el nombre de Humor en serio y podría ser una pista, pero no sé si estoy muy seguro. Y sin embargo, existe.
Podríamos partir de Jaroslav Hašek y su capacidad para convertir los desastres cotidianos (de aquella primera mitad del siglo pasado) en algo divertido (pero no por ello menos aterrador: la guerra, la política, los Imperios,…). Sus personajes salidos de cualquier taberna son los delirantes abuelos de aquellos otros de Bohumil Hrabal. Hablan y hablan y la vida está por todas partes. En sus palabras, en sus historias liberadas por la cerveza y otros brebajes, en todo lo que les rodea. Siempre tienen una historia ejemplar para cualquier cosa. Cómo no reírnos con ellos, de nosotros mismos, tan poco diferentes después de todo. Franz Kafka aún tenía que buscar algún rasgo extraordinario (monos que se dirigen a la Academia, un ayunador profesional, un hombre convertido en un terrible insecto, un día, al amanecer,…), pero lo extraordinario es la normalidad de esos palabristas, su irremediable comicidad de hombres trágicos.
Un héroe puede ser un deudor, y su historia tan apasionada como la de un triunfador cualquier (Karel Poláček) o como la de enviar un tiovivo a alguna parte (Karel Poláček otra vez), que es otro tema querido al alma checa (nada atormentada, en comparación con la rusa). Tras salir de lo austrohúngaro fueron a parar al comunismo, lo cual les dio materia más que suficiente para escribir sobre burocracias, espías voluntarios y miserias colectivas (que siempre eran la suma de individualidades). Las conflictivas relaciones de los hombres con el poder, ya sea este un Imperio, una República Socialista, una República sin más, o tu propia mujer, como le ocurre al señor Vašek, en el relato de Ingndt Herrmann, una historia de ocultismo personal.
La vida es por todas partes y se cuenta en las cervecerías. Todo es fugaz, está destinado a desaparecer. Pienso en ese título de Milan Kundera (no sé si no fue una invención del traductor): El libro de la risa y el olvido. Podría definir una manera de definir ese humor, tan próximo, por otra parte, a la felicidad. Lugar destacado de mi geografía íntima y personal, este libro solo puede ser un nuevo añadido en una relación de amor con una manera de entender el mundo que me gustaría que fuera la mía. Pero cada estábamos más lejos de ese mundo inocente. Nos hemos vuelto demasiado conscientes, demasiado serios. Entonces, leemos esta antología y soñamos.
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