Continuación de ideas diversas, de César Aira (Jus) | por Juan Jiménez García
Entonces pensé que no recordaba nada. Y también que no necesariamente debía recordarlo. Sí, estaba la escritura. Hay una frase que marqué: Lo difícil es escribir, no escribir bien. Entonces el oficio de escribir es algo que no se puede aprender. Y Continuación de ideas diversas una manera de dar vueltas alrededor de ese oficio misterioso que depende de cosas igualmente misteriosas (o no: simplemente es una cuestión de ser). ¿Cómo recordar esos pensamientos lanzados al aire? No. Se quedan ahí, en nuestra cabeza, esperando el momento de volver. Sé que algunas de estas ideas diversas de César Aira volverán. Porque son justas. Y porque son otras. Dice: Las ideas no son del todo ideas, y nunca son todas las ideas.
Hay un título de Edmond Jabès: El libro de las preguntas. Este, quizás, sería el libro de las respuestas. A las preguntas que nunca nos hicimos, más allá de esos pensamientos lanzados al vuelvo que corren tras otros que corren tras otros. Las respuestas que siempre entrañan una duda, porque la duda no es solo cosa de las preguntas, ni mucho menos. Responder desde la duda es estar abierto a más respuestas, a más contradicciones, a más descubrimientos, a más derrotas que buscan una victoria definitiva. Una buena respuesta debe plantear nuevas preguntas, inocentemente.
Pequeños cuadros. Pequeños momentos sin importancia. Los recuerdos de la infancia, las ciudades perdidas y encontradas, se cruzan con el presente o el pasado de la escritura. Tiempo continuo. Los tiempos modernos que desmontan la memoria o las sensaciones. La página en blanco reemplazada por la pantalla en blanco. La tinta por la tinta electrónica. ¿Y nuestros sentimientos al respecto? ¿Por qué han sido cambiados? César Aira busca en esas confrontaciones. O tal vez no. Se pasea por ellas como por un paisaje de un futuro alcanzado y no siempre comprendido. Entonces…
Los recuerdos. Debidamente transformados, alterados, con un sentido encontrado años después. El comienzo de esas respuestas, de esas ideas diversas que nos surgen ahora. Durante tiempo removidos. Como un runrún. Un ruido continuado de voces. Entonces nos parece entender. Lo escribimos. Queda ahí. Sigue ahí. Lector precoz, algo esnob, dice. Sin embargo, está Superman, y esa es su mayor influencia. Allá están todas las contradicciones necesarias. Tal vez no. La coherencia de las contradicciones.
No. No es cierto. Quiero decir. Sí. Continuación de ideas diversas está lleno de preguntas. Algunas son, están ahí. Otras se insinúan. Otras son poco más que dudas, esbozos interrogantes. Algunas son para sí mismo, no buscan nada. Otras nos interrogan. Todo se acaba. También la brevedad de este libro. La brevedad física. De pocas hojas. Mientras tanto seguimos pensando en él. Un día. Y otro. Y otro más allá. Y no, no recordamos nada. Y no, no hay nada que recordar. Solo esa invitación a pensarse y a pensar el mundo. Desde todas esas cosas pequeñas, desde todos esos instantes, que, mal unidos, son nuestra vida.
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