Tejados de Barcelona, de Miguel Herranz (Editorial Gustavo Gili) | por Francisca Pageo y Juan Jiménez García

Miguel Herranz | Tejados de Barcelona

Mirar la ciudad de otra manera, con otros ojos. Descubrir una Barcelona que podría ser inédita, pero que simplemente es, tal vez, ignorada. Ciudad a pie de calle, quién piensa en sus tejados, en ese espacio entre el cielo y  la tierra. Bueno, Miguel Herranz, por ejemplo, ilustrador. Tejados de Barcelona son esos pensamientos. Es la luz sobre las azoteas, los balcones y los tejados. Sus límites, dibujados. Una ciudad que revela en sus trazos algún tipo de profunda verdad, en su curiosidad una identidad que posiblemente ha perdido ahí abajo, lejos. Esa búsqueda se traslada al papel.

Apropiarse de la ciudad, convertirla en algo personal, único. Mirarla no a vista de pájaro, sino de frente, pero a otro nivel, a otra altura, lejos de todo. Del ruido. Una ciudad más tranquila, más callada, menos entregada a la velocidad de los días. Una ciudad secreta pero no escondida. Con sus códigos propios, sus propias armonías, que Miguel Herranz traslada con enfoques personalizados y una paleta de colores propia.

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A través de los tejados, tenemos la sensación de que Barcelona subsiste más en ellos que en sus calles, que la ciudad se ha convertido en otra cosa, pero que algo de pasado persiste ahí, lejos de las miradas. ¿Qué opinas al respecto?

Los nuevos edificios tienen una enorme carga visual por lo que parecen estar más hechos para ser vistos desde abajo, sus tejados no son tan distintos de los antiguos. Hay nuevas torres que marcan el skyline, pero en la mayor parte de los edificios modernos las azoteas no son muy diferentes de las de hace algún siglo. Los aires acondicionados y las parabólicas no son nuevos en sí, podríamos considerarlos nuevas chimeneas, consecuencias de la vida dentro de las casas; no nos reunimos al lado del fuego sino al lado de la tele.

En el libro hay un uso especial del color que no responde a ningún intento de reproducir la realidad, sino más bien a un estado de ánimo. ¿Cómo afrontaste el tema del color?

No lo racionalicé demasiado. Cada entorno me impulsaba a una herramienta para la línea, bolígrafo, pluma, pincel en algún caso… El color lo afronto desde un punto de vista más gráfico que pictórico. Además de la información concreta sobre las formas que proporciona la línea, quería algo de sugerencia abstracta, no demasiado racional, por eso los colores, cuando están, no son estrictamente reales.

Tu gusto por los tejados, ¿se circunscribe solo a una ciudad como Barcelona o realmente es una atracción que harías extensible a cualquier lugar?

Siempre me han atraído, son como algo secreto (a voces) oculto pero a la vista de todos, vacíos pero superpoblados. Me gusta esa sensación infantil que tienes cuando miras un hormiguero, y no ves las hormigas pero sabes que están todas ahí debajo.

¿Podemos relacionar esas vistas «superiores» como la visión de una ciudad sin gente? (lo cual tiene algo de huida)

Más que de huída, de distancia sin irte al campo. Ahí arriba es como una ciudad light, casi libre de la carga de ruido, bullicio y agobio, pero aún ciudad.

Entrevista realizada por correo. Agradecemos a Laia Beltrán su colaboración.

Miguel Herranz | Tejados de Barcelona
Miguel Herranz | Tejados de Barcelona
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