El día señalado, de Enrique Vila-Matas (Nórdica) Ilustraciones de Anuska Allepuz | por Juan Jiménez García
Está el destino y está el azar. El destino, dicen, es la fuerza desconocida que se cree obra sobre los hombres y los sucesos. El azar, dicen, es la casualidad, caso fortuito. Tal vez sean la misma cosa: el destino para los que creen en algo, el azar para los que no creen en nada. El día señalado, entonces, sería un libro sobre alguien que creyó que algo malo le tenía que ocurrir porque una fuerza superior (aunque modesta) así lo determinó: una gitana le anunció a Isabelle Dumarchey que moriría sedienta y de pie, tal vez bailando, en un día de invierno muy lluvioso, de un año imposible de determinar. Morir es fácil. Morirse cumpliendo una serie de condiciones predeterminadas, ya es complicarlo todo un poco. Podemos pensar: es fácil evitar morirse cuando sabes cómo tienes que hacerlo. Pero en esta pequeña historia de Enrique Vila-Matas precisamente nos habla de esa extraña tendencia que tenemos a ir a dónde no queríamos ir, hacer lo que no queríamos hacer y, por tanto, ir hacia el destino, que después de todo es esa cosa trascendental con la que nos gusta explicarlo todo, lo bueno y lo malo, dejando al azar como el hermano pobre de la historia. El tropiezo en la piedra, el resbalón la cáscara de plátano, el conocido encontrado a la vuelta de la esquina.
Isabelle Dumarchey vivirá su vida primero atormentada por los pequeños gestos (ese día determinado que llueve, esa película en la televisión). Mientras es así, mientras existe ese temor, todo para ir mal pero bien, hasta que un día decide que ya ha tenido bastante, y que, como solemos decirnos, lo que tenga que ocurrir ocurrirá. Libre de cualquier peso, la ironía de la vida (que es como esa cosa que engrasa los mecanismos del destino y pone las piedrecitas del azar), hará que todo cambie para que todo se cumpla. O no. Quiénes somos nosotros para desvelar nada…
Entre todo, entre tanta cosa intangible y palabras abstractas vagamente existenciales, nos quedará el libro objeto. Y como el libro es de Nórdica, de nuevo es como tener en nuestras manos la prueba inequívoca de la superioridad de lo físico sobre lo electrónico. También las ilustraciones de Anuska Allepuz, que, como en el caso de la narración de Vila-Matas, son grises porque esperan una muerte prevista, y ligeras porque aun así hay que vivir. El mundo se llena de sombras, y de temores, y la luz tiene esa textura rara, tan rara como los días felices de alguien que espera la muerte siempre un día de febrero, convertida en una marioneta de finos hilos que baila y baila cuando no debería hacerlo.
Así pues, El día señalado es una pequeña obra de cámara para destino, mujer, sombra y día lluvioso, interpretada con el virtuosismo de la certeza, que es, dicen, el conocimiento seguro y claro de algo .
La semana pasada estuve en la presentación del libro en La Central en Madrid. Había bastante gente aunque el lugar es pequeño. Estaba Vila-Matas y Patricio Pron. Logré que me firmase el libro.
Si no recuerdo mal este cuento se ha publicado en varios lugares y lo ha reescrito en varias ocasiones.