Robert Walser hizo del paseo un elemento inherente a su prosa, donde cada palabra parecía brotar con la cadencia de su caminar. El cine tomó prestada esa ambición para reflejar en retratos al natural de las relaciones humanas, parejas conversando en movimiento por alguna calle de alguna ciudad mientras compartían sus interioridades. Sin embargo, si hay un lugar -una progresión lógica de ese paseo- que ha capturado lo intenso de la experiencia y, como un signo de estos tiempos, también lo efímero, ese ha sido el asiento del pasajero de un taxi. El espacio en el que cambiamos impresiones en lo que dura una carrera, donde se forjan lazos y confidencias que, durante un instante, nos hacen creer que el tiempo se ha detenido más allá de nuestro objetivo inicial al entrar en el coche. Nos hemos dejado llevar por su ritmo oculto, el del taxi y el de la ciudad, el del encuentro y el de ese algo en común que tenemos.
En El compás de las ciudades. Revisión de Noche en la tierra, Mara González toma como punto de partida la película de Jim Jarmusch para proponernos una pequeña reflexión a propósito de esos instantes en los que la vida nos deja a nuestro aire y, atenta, observa ese encuentro efímero a través del cual nos abrimos camino.
Número cinco
Pa(i)sajes: Persistencia del instante
Imágenes: Juan Jiménez García