Buenos tiempos estos para acordarse de lo efímero de los reinos y los imperios. También para recordar que pocas cosas permanecen y que, hasta aquello más inmenso, aquellos que parecía no tener final, lo tiene. Que no hay nada lo suficientemente poderoso como para no derrumbarse, nada lo suficientemente eterno para no acabar. Reinos desaparecidos. La historia olvidada de Europa podría leerse como un canto a lo efímero, pero no hay mucha poesía (o no siempre) en esas caídas por agotamiento o atropellados por otros más jóvenes, más atrevidos. Es simplemente una de esas leyes que lo gobierna todo, desde lo más grande a lo más pequeño. Una especie de necesidad de destrucción para poder construir algo. Norman Davies nos cuenta esta peculiar historia del mundo. Una historia que podría ser la de los perdedores olvidados, aunque algunos aún estén ahí, esqueletos de monstruos derribados.
La Historia del mundo ha dado para muchas desapariciones. Aun limitándose a Europa, como su título indica, el catálogo es amplio. Desde uno que nos puede resultar bien cercano (los visigodos, aunque en su decadencia francesa) hasta otros más lejanos pero más presentes, como el último, la Unión Soviética. Davies no se limita a una visión más o menos pintoresca de cómo acabó todo, sino que, desde el presente, busca ese pasado y sus reconstrucción. No solo de los últimos días, sino de todo su devenir, desde su nacimiento, hasta su desarrollo, esplendor, decadencia y muerte.
No es fácil. No lo es en todos los casos. La Historia, ya lo sabemos, la escriben los vencedores, y es complicado incluso a veces establecer que ocurrió con aquellos territorios de leyendas. Tanto que, en algunos casos, lo complicado es establecer si realmente existieron, como en el caso de Alt Cloud, la Roca. Y eso pese a haber existido entre seiscientos y setecientos años. Y mucho más complicado separar esa leyenda que decíamos de lo que verdaderamente fue. Davies es paciente y desmonta cada uno de ellos con una paciencia de aquel que debe encajar no pocas piezas de una maquinaria que es la que mueve al mundo. ¿Cómo poder desentrañar misterios como Burgundia, un reino que responde a muchos otros?
No pocas veces los reinos desaparecidos siguen presentes de algún modo. Aragón es uno lo suficientemente presente para nosotros como para entenderlo. Pero hay otros que mantienen sus resonancias no solo míticas, sino de algún modo presentes. Como ese Bizancio construido sobre los restos del Imperio Romano. O los reinos centroeuropeos, llenos de ecos de un pasado que tal vez podría ayudar a entender el presente (Borussia, Galitzia,…). Hasta llegar a lo efímero (y que también, a su manera, nos ayuda a entendernos): Rutenia, el reino que duró un solo día.
En algún momento Davis habla de la historia de estos reinos como escrita en la arena, una arena que se llevarán las olas. El libro se cierra con un revelador ensayo: Cómo mueren los estados. En el Norman Davies, tras haber recorrido todos aquellos lugares, haberles dado su lugar, su espacio, sus razones, intenta encontrar el común denominador de esas muertes, al calor de la más presente, la de la URSS. Todo para llegar a la conclusión de que este no existe, pero si existen razones que se repiten, impulsos comunes, fuerzas que acaban por derribar cuerpos más o menos enfermos. Una historia natural de la caída.
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