número dos | bande à part | imágenes: paula arantzazu ruiz
Pensar en Hong Sang-soo como algo cercano a la felicidad. Su cine como un estado de ánimo. Coreano, no tiene ni la exhuberancia de Park Chan-wook, ni la violencia a flor de piel de Kim Ki-duk, ni la intensidad dramática de Lee Chang-dong. Su cine es un cine sobre personas, hecho por personas, para personas. Un cine basado en la combinatoria de los sentimientos y en el azar (como el de Eric Rohmer), un cine en el que siempre parece todo igual pero en el que todo es diferente y siempre asistimos a él a algo nuevo, aunque sean las mismas comidas desmesuradas, el mismo alcohol, el mismo director de cine, las mismas camas, parques, habitaciones, encuentros, desencuentros, palabras, silencios, movimientos de cámara, planos fijos y zooms, esos zooms que un día aparecieron en su cine, vertiginosos, y ahí se instalaron, en la fluidez melancólica de sus imágenes.
Pablo García Canga siempre quiso escribir sobre Hong Sang-soo, pero eso no es cualquier cosa. Se puede escribir de cualquier manera, pero hacerlo de una manera justa, de una manera que transmita, ni tan siquiera mínimamente, su universo personal, manejando todas esas películas como objetos preciosos (y quebradizos), no es algo fácil. Seguramente hay cosas de las que sólo se puede hablar desde la intimidad o desde la primera persona… Y sí, el cine de Hong Sang-soo es algo cercano a la felicidad, y también el texto de Pablo, y las imágenes de Paula…
Es complicado escribir sobre Hong. He de reconocer que el texto me iba ganando según iba leyendo. «Su cine te parece un catálogo de reencuentros fallidos»: combustible para la reflexión. Muy buen texto.
Qué maravilla de texto.