número tres | bande à part | ilustraciones: vanessa agudo

LA Zombie | Bruce La Bruce

¿Qué va a ser de los cuerpos ahora?, ¿qué vamos a hacer con ellos? A partir de un camino que se inicia con el nuevo siglo, la puesta en imágenes practicada por ciertos cineastas ha ido desvelando la imparable descomposición de lo físico, la pérdida del verdadero peso narrativo y, como en algunas de las películas de Gus Van Sant, su conversión en imágenes-cuerpos-avatares a los que ceder nuestra conciencia, subordinar nuestra identidad, como zombis sin alma. El cuerpo se extingue en el cine de Kenneth Anger al observar la potencia de los actos icónicos de sus personajes con total independencia de lo corporal, absorbido por el icono. El porno, según Baudrillard, es una forma última de desestructuración corporal: lo que vemos no es sexo, tampoco es su esencia, más bien un refinamiento de cada uno de los gestos que lo conforman. Y el director canadiense Bruce La Bruce reflexiona, en su película L.A. Zombie, sobre el presente y la puesta en imágenes de ese cuerpo.

En Me folló un zombi (cuerpo hermoso sin alma), Vicente Rodrigo Carmena nos invita a emprender un camino que comienza con el cine de Gregg Araki y una huída hacia ninguna parte y culmina con un despliegue de efectos e hipérboles, que va desde el último cine americano hasta la obra de La Bruce, en el que la imagen del cuerpo ha sido puesta tan al límite, que ha terminado por ser suplantada por una representación fantasmal. Hemos tenido que refinar tanto la representación para que siga sirviéndonos, excitándonos, que hemos llegado al punto de convertir lo natural en monstruoso.

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