número dos | bande à part | imágenes: francisca pageo

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Nuestra relación con el cine está atravesada por una serie de preguntas sin responder o que, como mínimo, exigen una respuesta elaborada que ilumine claramente algunos aspectos que se mantienen en la oscuridad. Porque, ¿qué sentimos cuando accedemos a la sala?, ¿qué proceso de transferencia tiene lugar entre nosotros, y nuestro interior, y aquello que se proyecta sobre la pantalla?, ¿qué clase de evasión promulga la pantalla de cine?, ¿hasta qué punto conseguimos alcanzar un grado de abstracción, desnudando cualquier aspecto secundario, para penetrar en la experiencia de la película, de mirar y observar aquellas formas que habitan entre las imágenes y las palabras?

En Siótilis da una autoconferencia sobre el asunto de lo visible y lo invisible, Mauricio Álvarez describe esa experiencia íntima entre el cine y nosotros, entre el movimiento, la pausa, lo inaprensible y la evasión, haciendo de la sala un lugar donde perdernos como Robinsones en nuestros pensamientos. Quizá porque de esas experiencias casi intraducibles nace un concepto como la cinefilia, nace un camino que, a medida que avanzamos o retrocedemos, madura ante nuestros ojos. En definitiva, nace una manera de ver y decir, sí, pero también de qué ver y qué decir.

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