Quisiera, como colofón a mi artículo sobre Fuyu no Hi, realizar una pequeña glosa sobre Kihachiro Kawamoto, el gran animador japonés, cuya desaparición en el verano de 2010 no produjo ninguna reacción entre los guardianes de la ortodoxia fílmica, fuera del estricto y reducido círculo de los aficionados a la forma animada.

Lo que quería señalar aquí es cómo seguimos viendo al Japón y a sus productos culturales con las lentes deformantes del siglo XIX, como si de allí sólo pudiesen surgir reelaboraciones historicistas de un pasado poblado por Samuráis y Geishas (Kurosawa y Mizoguchi) o intimaciones de una existencia cuajada de eternidad que se repite en un ciclo inalterado por el tiempo (Ozu)… o mucho pero, el reino de los productos de serie Z, que nos resultan fascinantes por estar en absoluta oposición con los elevados ideales estéticos que decimos idolatrar.

Por supuesto, esta generalización no es más que una inmesa mentira, como sabe todo aquel que se haya perdido por los laberintos de la producción de ese país, exploración que no es el objetivo de estas líneas, sino mostrar lo turbador y destructor que puede llegar a ser vernos a nosotros mismos a través de los ojos de otro, en esa imagen falsa y distorsionada que, no obstante, revela todos aquellos vicios que nos negamos a admitir.

Tal es el efecto que produce Tabi (El Viaje, 1973) de Kawamoto, en el que una joven turista japonesa arriba a una Europa soñada, la europa de la ilustración y progreso, tanto en las ciencias como las artes, pero que en realidad no es más que un inmenso decorado, una trampa para atraer a los turistas incautos

Oriente y Occidente

Tras la cual se esconde el caos y el laberinto, cuya salida no conduce a la revelación, entendida como paz espiritual y seguridad.

Oriente y Occidente

Oriente y Occidente

Sino a la dolorosa certeza de que el ideal que Europa vendió e impuso al resto del mundo fue negado por su propia elite durante su siglo de mayor gloria

Oriente y Occidente

Oriente y Occidente

ante lo cual no existe otra salida que el suicidio.

Oriente y Occidente

¿No existe otra salida que el suicidio? Falso, porque para aquellos que nunca creyeron, ni creerán, en esos ideales de Europa, no hay mejor estrategía de supervivencia que vender las ruinas de la catástrofe, como si fueran cualquier otra mercancía, cuyo valor estriba únicamente en el dinero con que se las adquiere.

Oriente y Occidente

Una Europa, en definitiva, cuya máscara, ese ideal de paz universal, oculta una violencia fundacional, siempre dispuesta a repetirse tanto como  sea necesario en esos decorados preparados para la representación de la razón y la belleza.

Oriente y Occidente

Oriente y Occidente

Una Europa, en fin, donde toda rebelión es una tarea estéril, puesto que acabará petrificada, como esas estatuas que la adornan, convertidas en inofensivas por la indiferencia de los transeúntes.

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