For those in peril

Cada año, el Festival de Sitges propone, para quien desee aventurarse en su abultada programación, un reto para detectar las constantes y variaciones del fantástico contemporáneo. En la pasada edición, el triunfo de Holy Motors apuntó hacia esa deriva, emprendida desde hace tiempo, que acercaba el género hacia sus manifestaciones más tangenciales y evocadoras. En esta ocasión, el testigo del filme de Léos Carax lo recogió Borgman, una sátira prácticamente alejada de los puntos vitales del fantástico, que sin embargo apuesta por esa otra vía. Si el leitmotiv de Sitges 2013 era La semilla del diablo, no resulta extraño afirmar que otra semilla se ha esparcido durante el Festival para invitarnos a juzgar lo fantástico desde nuevas coordenadas. Todo ello, claro, sin renunciar a las manifestaciones más desprejuiciadas, a la enorme cantidad de estilos apelotonados entre las secciones, donde las herencias, las deudas estéticas o los giros de 180º siguen animando el perfil de una selección que nunca deja de tomar la temperatura del género.

Por tercer año consecutivo para nuestra revista, acudimos a Sitges con el ánimo de dejarnos llevar por sus múltiples apuestas, tanto dentro como fuera del fantástico, en unos días de cine que, todo hay que decirlo, se enturbiaron por la mala organización y la falta de claridad y comunicación con parte de la prensa acreditada. Si, como decíamos, el motivo central del Festival ha sido la semilla, en la crónica de Óscar Brox que podéis leer a continuación encontraréis una semilla de maldad, una invitación a rastrear el presente del género y sus continuas ramificaciones.

 

leer en détour

Número cinco
Nuestro tiempo: Festival de Sitges 2013
Ilustraciones: Juan Jiménez García


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