Nostalgia | Andréi Tarkovski

“Cuando me despedí de casa para una larga temporada y me vi confrontado con un mundo y una cultura diferentes que me atraían, estos empezaron a someterme a un estado casi inconsciente e irremediable de ansiedad, tal y como se suele dar en el caso de un amor no correspondido. Era una señal de la imposibilidad de comprender lo incomprensible, de unificar lo no unificable. Era como un recuerdo de la finitud de nuestra vida aquí en la tierra, como un recuerdo admonitorio de la limitación y predeterminación de nuestra vida, entregada no solo a las circunstancias externas, sino a los propios «tabúes» interiores.”

Andréi Tarkovski

Uno de los conceptos más afines al cine de Tarkovski en su última etapa creativa fue, como apuntara en un estudio sobre su obra Rafael Llano, la conciliaridad: la posibilidad de encontrarnos en la cultura, de tender puentes hacia ese encuentro. En Nostalghia es, precisamente, la ausencia del terruño la que marca la travesía de su protagonista, Andrei Gorchakov, por la geografía italiana. La nostalgia del hogar, sí, pero también el anhelo de una caridad que desaparece paulatinamente del horizonte humano. Lo que une el trayecto de Andrei con Domenico, lo que consigue que ambos hombres transfieran sus sentimientos, es la llama de una pequeña vela que, en un último gesto de fe, el primero debe trasladar de un extremo a otro de una piscina seca sin que se apague. El último momento de confianza, de encuentro, de la condición humana.

En Lo que perdimos en el fuego: historia de un instante en Nostalgia, Jordi Revert nos invita a acompañar a Andrei Gorchakov en ese paseo de una punta a otra de la piscina, como si también nosotros cubriésemos la vela con la palma de nuestra mano, para adentrarnos en las profundas resonancias que tanto el acto como la llama, tanto el tiempo como la historia, tienen no solo en el cine de Tarkovski sino también en el mismo cine. Atrapar el tiempo, encontrar en el parpadeo de la llama esas historias que se resisten a desaparecer, que tienen que enseñarnos algo, quizá un gesto de esperanza o el recuerdo imborrable de las emociones humanas que aún no se han extinguido.

 

leer en détour

Número cinco
Pa(i)sajes: Persistencia del instante
Ilustraciones: Francisca Pageo


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