Paseos por Londres, de Virginia Woolf (La línea del horizonte) Traducción de Lluïsa Moreno | por Francisca Pageo

Virginia Woolf | Paseos por Londres

Raro es quien conoce a Virginia Woolf y no siente y ve esa vida inglesa tan suya que posee. Tanto es así que la editorial La línea del horizonte recoge diversos artículos y relatos en Paseos por Londres, un libro en el que la autora nos describe la vida londinense que ella misma experimentó.

Aquí encontramos un conjunto de diversos temas que fueron publicados en su tiempo en la revista femenina Good Housekeeping y en el que, además de diversas anotaciones que se ofrecen, podemos apreciar un cierto recorrido y mapa -ya sea desde sus calles, sus edificios y sus ciudadanos- lleno de sensaciones, en el cuál vislumbramos aquel Londres de principios del Siglo XX. Así, Woolf hace una descripción de lo que la ciudad significa tanto para ella como para el resto de sus cohabitantes. De esta manera, nos transportamos a un hábitat lleno de vida y emoción en una época que se aleja de la nuestra y que podemos atisbar ya sea desde su lado más intelectual como desde su lado más físico y, en cierto modo, perenne, siempre ha tenido.

La autora comienza hablándonos de las calles de Londres, llevándonos de un lugar a otro a través de lo que ella experimenta. Para ella deambular por la calle en invierno es la mayor de las aventuras. Nos habla de libros, de autores, de librerías y bibliotecas a las que acude, así como de lo importantes e inspiradoras que eran la catedral Saint Paul y ciertas abadías, como la de Westminster, la cuales solía frecuentar. También nos acerca a la Cámara de los comunes. Para Woolf, todos ellos eran edificios que mantenían vivos el alma y el espíritu de la ciudad.

En otros artículos, Woolf nos lleva de turismo por las casas de Dickens, Johnson, Carlyle y Keats. En sus palabras apreciamos la delicadeza que tiene la autora a la hora de describir estos lugares, pues cada espacio, cada hueco y cada forma están llenos de detalles en los que detenerse a observar y sentir. Conocemos, así, la literatura que en Londres e Inglaterra se gestaba en su máximo esplendor. Hilvanando los hilos de un lugar a otro llegamos a Oxford Street, la calle donde casi todo es barato; donde se encuentran las flores y la ropa, donde todo brilla y centellea al hacerse de noche; donde los autobuses, furgonetas, coches y carretones se precipitan unos sobre otros. Para Woolf, Oxford Street es un criadero, un hervidero de sensaciones. Y no lo olvida, nos habla también de los muelles y del Támesis, de sus barcos que llegan desde la India, Rusia o América del Sur, del comercio que se lleva a cabo en este lugar.

Cambiando de tercio, y yendo a un sentido más social y humanista, vemos a la señora Crowe, una mujer de clase trabajadora del Este de la ciudad, una cockney. En ella se refleja la importancia de tomar el té que se tiene en Londres e Inglaterra, por ejemplo, y cómo adoraba centrar su atención en el presente, en los momentos que ella estaba viviendo, reflejando así totalmente la sociedad en la que vivía.

Para mi gusto cabe destacar en el libro el bello artículo sobre los Kew Gardens que escribe Woolf, pues nos mete de lleno en lugares llenos de silencios y paisajes arrebatadores, llevándonos a cierta ensoñación guiada. Para la escritora, los jardines y parques son una gran fuente de inspiración a la hora de escribir, pues en ellos encuentra la calma; encuentra vida en todas las flores y plantas, y en los niños y familias que los habitan. Casi sin querer, pasamos a la vida y obra de Virginia Woolf, que nos presenta a la Señora Dalloway en forma de relato y detalla las casas en las que la misma autora ha estado, llevándonos así a una biografía que nos deleita en su forma más experimentada.

Paseos por Londres es un libro y una guía que poco tienen que ver con el turismo como lo conocemos, pues es una obra que nos habla de la experiencia, de la ensoñación y los sueños londinenses. Así, el de Woolf es un libro íntimo y exquisito que nos transporta a una época rica en varios aspectos de la vida que la propia autora vivió.


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