Poemas cotidianos, de Pierre Albert-Birot (Ulises, Renacimiento) Traducción de Emilio Quintana | por Juan Jiménez García

Pierre Albert-Birot | Poemas cotidianos

En esto de las vanguardias (que luego fueron nuevas olas, nuevas literaturas, orillas, todo nuevo) parece que lo importante del hijo es liquidar al padre y reivindicar a algún abuelo. Que nada puede ser construido sin una necesaria destrucción y que toda guerra, debe dejar sus muertos y más bien pocos prisioneros. Los principios del siglo XX fueron un momento de perfeccionamiento de estas técnicas. Cierto que anteriormente los movimientos se sucedían y cada uno lo hacía sobre la negación del anterior, pero ahora había que ir más allá. No solo había que negarlo, sino que ningunearlo y acabar con él. Pierre Albert-Birot fue una de esas víctimas. Estuvo en los momentos adecuados en el bando incorrecto (para la historia). Y eso que amigos no le faltaron. Ni voluntad. Ni acción.

Amigo de Guillaume Apollinaire o de Max Jacob, ya durante la guerra había fundado una revista importante, SIC, y sabía del futurismo y del cubismo. Vanguardista, pues, antes del dadaísmo, que intentó adoptarle sin éxito. Creó su propio movimiento, el nunismo (de ahora), que no puede decirse que cogiera nada del aire de los tiempos que estaban por venir. No había sueños, no había automatismos, ni buscaba seguidores o discípulos. Eso le valió alguna pedrada (Philippe Soupault pensaba de él que era un extravagante sin talento) y la noche de los tiempos. ¿Cómo llamar, en la proximidad de unos tiempos que se pretendían más allá de la realidad, Poemas cotidianos a su obra?

Publicados en 1919, estos pequeños poemas-miniatura se aferran a la vida como único lugar posible tras la devastación de la guerra-muerte. En San Perfecto (cada poema está escrito bajo el signo de un santo) Albert-Birot escribe: Habría que saber  / Revolcarse en la vida / Como un niño en la arena. Y ahí, en esos versos y en el espacio en blanco alrededor de ellos está contenido todo un propósito que podría ser el del poemario, unos versos que extraen de aquello que nos rodea su materia para construir instantes que son destellos de esa realidad que nos rodea y que ya Apollinaire llevó a otro lugar, un momento suspendido, un instante único.

Para encontrar la poesía de la realidad y del ahora del nunismo, es necesario estar abierto a todo aquello que nos rodea y encontrar en ellos esa materia poética. Una materia poética que esta por todas partes, en horizontes, ventanas , casas, caballos o gente. Sus poemas, como el mismo indica, surgen entre un suelo, cuatro paredes y un techo. Es decir, anclados en el presente, en lo físico, para alcanzar otro estado, por medio de unos versos que dislocan esa realidad para encontrarse en otro estado. No más elevado, otro.

La obra de Pierre Albert-Birot nos invita no solo a vagar por esos destellos de luz, como paseantes de una ciudad que es otra, sino también a reflexionar sobre la suerte de todos aquellos escritores que se quedaron en los márgenes, lejos de lo que se esperaba de ellos, entregados a sus propias meditaciones. Ni tan siquiera tristes o derrotados, sino habitantes de un mundo propio que esperaba su tiempo.

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