Mujeres del Zodiaco 1, de Miyako Maki (Satori)  Traducción de Marc Bernabé | por Juan Jiménez García

Miyako Maki | Mujeres del Zodiaco 1

Miyako Maki empezó dibujando en la tienda de mangas que sus padres tenían. Simplemente quería hacer algo así, y cogió un puñado de hojas, les dio el formato adecuado y se puso a ello. Su padre le presentó a un editor y este le dijo que aquello era imposible de imprimir. Pero no por su calidad, sino por cómo estaba hecho. Volvió a intentarlo y, a partir de ahí, empezó su carrera, en la que hizo no pocas cosas y hasta hay unas famosas muñecas creadas a partir de sus dibujos. En el compartimentado mundo del manga de aquel tiempo (y seguramente también de este) uno dibujaba sobre temas bien específicos, respondiendo a clasificación exhaustiva de los gustos lectores. Para ella no fue diferente; al contrario. Y por eso no es especialmente extraño que pueda tener una serie de libros dedicados a los símbolos del zodiaco. A los símbolos del zodiaco como hilo conductor, aunque no dejan de tener su influencia en el desarrollo de la acción. En especial, en el carácter de sus protagonistas. Ahora Satori publica estas Mujeres del zodiaco, en tres tomos. En el primero, Réquiem para tres lirios, tres historias relacionadas entre sí a través de sus protagonistas. Sagitario, Leo y Escorpio.

Las tres historias comienzan con el final de la guerra, tras la derrota japonesa. Estamos en un pueblecito, y hasta allí ha ido a parar una viuda de guerra. Allí también está Makoto, un niño que ha perdido a sus padres y que ahora vive con sus tíos. Su tío también ha perdido un brazo y a su mujer. A su mujer no porque se haya ido sino porque tiene otras cosas más importantes o interesantes en las que pensar que en ese manco. La vida de la señora de repente da un giro, las cosas cambian, las relaciones se estrechan, y debe marcharse, lejos de todo. Volveremos a encontrarla en Tokio y allí su vida se cruzará con otra, en el mundo de la prostitución. Y acabaremos con Makoto adulto, convertido en un hombre de éxito y una casualidad que le llevará a encontrarse con su pasado, de algún modo. Lo cual convierte a Réquiem para tres lirios en la vida de tres mujeres alrededor de Makoto, ese huérfano de guerra, a través del retrato de un Japón primero derrotado, luego humillado y, finalmente, renaciendo entre las ruinas de ese mundo.

Todo a través del dibujo estilizado de Miyako Maki, con puestas en página que van desde una extrema languidez a una especie de romanticismo desenfrenado, jugando con los negros, unos negros profundos, nocturnos y dramáticos, como un viaje a través de días atravesados por las noches. La felicidad contra la tristeza, la desesperanza. Y es que sus historias, que podrían abundar en el romanticismo, sin evitarlo, se cruzan con zonas de una extrema oscuridad. Infidelidades humillaciones, celos y hasta violaciones y asesinatos, con una imagen no muy positiva de la ocupación americana y de la guerra. Historias de supervivientes (o no) que intentan encontrar un lugar en ese mundo, entre la destrucción y la esperanza (y la esperanza la da el amor, las relaciones humanas). Unos personajes que parecen condicionados por su signo zodiacal (temática obliga), y en los que todo parece predestinarles a la fatalidad y el desencuentro. Poca suerte da el amuleto conductor de las historias, que le entrega la señora a Makoto, convertido más bien en una manera de reconocerse. Sí, al final todo saldrá bien, pero el retrato que ha trazado Miyako Maki no es nada complaciente y nos trae un Japón posbélico demoledor en una obra rotunda, entregada, crepuscular.


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