Estrómboli, de Jon Bilbao (Impedimenta) | por Juan Francisco Gordo López

Jon Bilbao | Estrómboli

Cuando en mi pueblo alguien excedía los límites del buen gusto y se propasaba con la repetición de chistes sobre una misma persona, la expresión más usada y que funcionaba a la vez como freno y amenaza, era: «Ya está bueno, ¿no?». Luego llegaban las trifulcas castrenses y los «duelos a garrotazos» que apenas se usan ya; lástima.

Cuando hoy en día —mucho más civilizado todo y ya arraigada la equivocada idea de que la violencia no arregla nada— se habla del género del cuento y habitualmente salen a relucir expresiones tales como que se trata de un género menor o, lo más reciente de Alberto Olmos, acerca de que «es el cobijo ideal de gente con poco talento que quiere figurar de escritor» —ojo, no malinterpretemos, él acaba de sacar libro de relatos y para nada está diciendo que los cuentos todos sean «mierda» o sencillos de construir—, la naturaleza obliga a que me salte ese resorte rural que grita el consabido «ya está bueno, ¿no?».

Y es que claro, si tomamos un libro de cuentos de un autor peliche que apenas tiene bagaje cultural o una determinada herencia literaria, lo primero que se nos ocurre es ponernos a desbarrar sobre el género y usar esos libritos famélicos para calzar el piano. Poco autores hay tan auténticos capaces de conseguir un libro de relatos absorbente y lo suficientemente grueso como para confundirlo con una novela. De la calidad, por supuesto, hay que hablar aparte.

Pero no es momento para ponerse a departir por qué el relato breve, cuya defensa siempre será por mi parte a ultranza, es un género tan complicado y válido como cualquier otro. Cabe destacar con suma sencillez a un cierto elenco de autores para demostrarlo: Hemingway, Tolstoi, Dickens o, en el panorama nacional, Ana María Matute, Francisco Ayala, Esther Tusquets, Quim Monzó o, el que aquí nos trae, Jon Bilbao.

El panorama de la narrativa breve en castellano dentro de la Península Ibérica está terriblemente acotado por un pequeño número de autores, si lo comparamos con la fama de la novela o el ensayo, género discreto en ventas pero excelso en calidad. Jon Bilbao se ha consolidado en su trayectoria y lejos de ser una revelación lo que afirmo, es uno de los grandes exponentes del relato actual. Estrómboli es la última muestra de su prosa sencilla y efectiva que va directa hacia el lector, que, dicho sea de paso, logro distinguir entre el amante férreo de sus historias y el escéptico embrujado por los palabros de calidad filosófica.

Y quiero hacer hincapié en esta distinción, pues da la impresión de que si en el género breve no se cuentan historias con un cierto poso trascendental o un registro intelectualoide parece que la cosa pierde peso. Nada de eso. Jon Bilbao ofrece, ya se ha visto en obras suyas anteriores, una letra característica y fácil de digerir cuya trama encierra invisibles hilos contraargumentales que son los que irremediablemente dañan la conciencia del lector.

Historias felices, anodinas, cotidianas que de repente se ven interrumpidas por un acontecimiento que todo hijo de vecino espera que no le suceda a él. Pero, oigan, que está ahí la posibilidad y es ese escueto porcentaje el que explora el autor en busca de los límites de la vida diaria.

Editorial Impedimenta ha editado un precioso —como siempre, para qué vamos a insistir en ello— libro de relatos que si profundizan más en la esencia de ser nosotros mismos ante situaciones que jamás quisiéramos, nos planta un espejo entre sus páginas y en lugar de leer, nos leemos. Un conjunto de ocho relatos reunidos que vuelven a golpear con fuerza una vez más bajo el sello inconfundible de su autor.

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