El mago de Oz, de Frank Baum. Ilustraciones de Olimpia Zagnoli (Libros del Zorro Rojo) Traducción de Marcial Souto | por Francisca Pageo

Frank Baum | El mago de Oz

Todos conocemos El mago de Oz, clásico infantil indispensable para niños, jóvenes y adultos. Sin embargo, quien sólo lo conoce por haber visto la película de Victor Fleming, en el cuento se halla ante algo no similar o diferente, sino más auténtico y narrativo incluso que la propia película. Como dice el propio Baum, estamos ante un cuento moral que nos introduce en todo un imaginario lleno de fantasía, de amistad, de búsqueda y lucha por el amor y el conocimiento que a cada uno de nosotros nos falta.

En esta edición de Libros del Zorro Rojo nos encontramos ante un libro estupendo que nos contará las aventuras de Dorothy y su perro Totó con sus nuevos amigos: el león cobardica, el espantapájaros sin cerebro y el hombre de hojalata sin corazón. Juntos irán en busca del mago de Oz, quien les atribuirá aquellas cosas que les faltan y desean y, juntos, superarán todos aquellos obstáculos que la bruja del Este y algunos seres raros, como los monos alados en un principio, les harán. Estamos así ante una historia en la que el valor por quiénes somos, el compañerismo y la verdad relucen y se manifiestan de una forma totalmente fundamental para poder lograr aquello que en nuestro más profundo ser necesitamos. Después de tener la película de Fleming en mi imaginario desde que era bien pequeña, con el cuento original me llevo muchas cosas más hacia mí misma y hacia lo que me gustaría mostrar a los demás, pues El mago de Oz nos hace pensar, nos hace buscar y, lo más importante, nos hace sentir que aunque nos falten cosas en nuestro ser, en el fondo ya las tenemos y las llevamos con nosotros allá donde vayamos.

Frank Baum tenía conocimientos teosóficos y todo el cuento se verá plagado de simbología que de un modo u otro nos hará ubicarnos en la mitología primitiva que el ser humano ha llevado siempre consigo. Además, en esta edición, ilustrada por Olimpia Zagnoli, se nos muestran unos colores primordiales que nos llevan a ello: colores verdes, negros y morados que nos transportan a un mundo que debemos imaginar y sentir, un mundo cercano a nuestros propios sueños, más de lo que podemos imaginar. Las ilustraciones, pese a su simpleza, son simbólicas y llenas de vida, de templanza y, además, tienen un dinamismo que las hace dignas para ilustrar este cuento tan vasto y efectivo en su lectura.

El mago de Oz es un viaje interno por el alma humana, por el alma de todo hombre que busca en sí mismo todos los valores morales que necesitamos para existir, para sobrevivir y para hacer que nuestra vida tenga todo el valor posible. No es un cuento sólo para niños, sino para aquellos que buscan de la vida y el mundo un lugar mejor, un lugar en el que las posibilidades que nos ofrece el camino de la vida nos dan aventuras por las que merece la pena luchar; y en las que por supuesto vale la pena hacerlo.


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