Europa. Una letanía, de Blixa Bargeld (Hurtado & Ortega)  Traducción de Rubén Ortega Díaz | por Juan Jiménez García

Blixa Bargeld | Europa. Una letanía

Antes que Warren Ellis estuvo Blixa Bargeld (en realidad, también durante, pero). Antes que Nick Cave and The Bad Seeds, Einstürzende Neubauten. Antes de Europa no había nada. Para los europeos, al menos. Los europeos lo hemos descubierto todo y nadie nos ha descubierto a nosotros. Como escribía Apollinaire, aquí hasta los automóviles tienen un aire antiguo. Estamos en 2008. Einstürzende Neubauten se va de gira con su último álbum, Alles Wieder Offen. Una gira que da vueltas alrededor de esa Europa siempre en estado de descomposición, siempre viva. La forma de contar la gira es una letanía. Hay que entender esto. Una letanía es una lista, retahíla, enumeración seguida de muchos nombres, locuciones o frases. Y eso, formalmente, es Europa, libro.

Se suceden los aeropuertos, los viajes en autobús, los restaurantes lujosos, la lista de que le sirvieron en esos restaurante lujosos (y por lujosos llegamos hasta el Bulli), los conciertos, la lista de las canciones que interpretaron en cada lugar (casi siempre exactamente las mismas, pero no por eso no deben ser reiteradas), las pruebas de sonido, las capitales y ciudades de ese mundo antiguo, los libros, los fármacos para la gripe. El tiempo es el presente. Un riguroso presente del que pocas veces se escapa, vía magdalena proustiana, hacia otro lugar, otro instante, otro fragmento de vida. Después de todo, Blixa Bargeld para Blixa Bargeld no está haciendo nada excepcional más que vivir.

 Si hay algo que le interesa es la comida. No cualquier cosa. Se complace en anunciar restaurantes con tres estrella Michelin y con sorprenderse con otros, pocas veces elegidos al azar. Hay una complacencia maravillosa en ir señalando los platos de los menús de degustación (preferiblemente), los platos. La intensa emoción del descubrimientos, los destellos de esta letanía. Parece como si la gira fuera una gira gastronómica. Sí, la música siempre está. Las canciones se suceden en el mismo orden, en el mismo número, una y otra vez. Nada que ver con los platos. La música es la repetición, la comida el descubrimiento. Las ciudades están ahí y nos dicen algo, pero todo es demasiado fugaz, excepto en alguna rara ocasión en la que están algo más de tiempo en alguna de ellas, como Barcelona.

Europa es un largo viaje y una breve canción. Una canción, una vida, que alimenta la letra de sus canciones, que también están presentes en esta letanía, como un todo. Las habitaciones de hotel, el autobús, los aviones, lo de siempre, lo cotidiano (por muy extraordinario que sea para nosotros). Sí, Europa también es algo así. Estar en el pasado, vivir en el presente, sin ningún futuro preciso. Blixa Bargeld también está ahí, sin lamentaciones. El tiempo pasa. Pocas concesiones a los encuentros, pocas concesiones a los lugares, todo es rápido, huye, sin melancolías, sin demasiadas anécdotas. ¿Entonces? La letanía se convierte en una oración nocturna, sin dioses, dirigida a ese vacío, en la que resuena el ruido sordo, persistente de las ciudades. Los nuevos edificios derribados son el paisaje. Y tras ese paisaje, algo. Demasiado humano para ser mítico, demasiado mítico para ser humano.


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