Conversaciones con Arthur Schopenhauer (Acantilado) Traducción, selección e introducción de Luis Fernando Moreno Claros | por Óscar Brox

Arthur Schopenhauer | Conversaciones con Arthur Schopenhauer

Para llevar a cabo su ambicioso plan de construir una nueva enciclopedia, Alberto Savinio recordaba a Schopenhauer como la clase de fuerza creativa que le animaba a emprender tamaña empresa. No en vano, aquel, también cansado de las historias de la filosofía recogidas hasta esa fecha, decidió que había llegado el momento de escribir la suya propia. Está por ver si el autor de Parerga y paralipómena habría aprobado sin apenas rechistar la inteligencia irreverente de Savinio, capaz de formular su propia entrada sobre la voluntad, uno de los ejes centrales del pensamiento de Schopenhauer, recreando la historia de un soldado que podía dominar los latidos de su corazón… lo que para Savinio constituía un indicio para avalar la realización física de aquella renuncia a la voluntad de vivir que el filósofo alemán cifraba en el terreno de lo metafísico.

Luis Fernando Moreno ha reunido en Conversaciones con Arthur Schopenhauer un pequeño atlas de su pensamiento, comprimido en el extenso prólogo que precede a los testimonios recogidos entre aquellos que se cruzaron en la vida del alemán. Y como tal, en él se mezclan las anécdotas con el desarrollo de su pensar filosófico; desde la separación del hogar familiar, que desataría una guerra fría con su madre, hasta la progresiva desafección con una vida, urbanita y académica, que le llevó a cultivar una calculada misantropía. Calculada, puesto que con el postrero éxito de su obra Schopenhauer se abrió al público para, entre otras cosas, dejarse llevar por la fama que sus textos le granjeaban. Sea como fuere, el lector podrá encontrar no pocos ataques contra Hegel y el grueso del idealismo alemán, así como defensas encendidas de Kant, Platón y, sobre todo, de las upanisads, que constituirían la clave de bóveda de su reflexión en El mundo como voluntad y representación.

Frente al dolor de la existencia, conclusión a la que Schopenhauer pretendía consagrar su trabajo intelectual, las conversaciones ordenadas en el libro descubren a un filósofo tenaz y perseverante, complicado y siempre enérgico a la hora de palpar el pulso de una sociedad que no parecía demasiado atenta a sus investigaciones. Menos aún, a una personalidad tan poco socrática como la suya, para quien realmente era difícil dar su brazo a torcer en una discusión sobre alguno de sus argumentos. En cualquier caso, es justo decir que Moreno ha preparado un recorrido apasionante por la obra de Schopenhauer, acaso también por un siglo XIX que vivió la resaca de la Ilustración con especial intensidad. De ahí, pues, que el libro nunca renuncie a plasmar la fuerza con la que el filósofo se entregó a completar los trabajos de Kant y dar, por fin, solución a eso que podía ser la cosa en sí, así como también a modular una idea de voluntad y de representación que capturase la dimensión de la vida.

Aunque no sea comparable con el efecto que tuvieron los moralistas franceses, pese a los puentes intelectuales que unen al Cándido de Voltaire con las enseñanzas vitales recogidas en Parerga, lo cierto es que la obra de Schopenhauer supuso una bocanada de frescura en un ambiente cerrado sobre el idealismo, enmarañado por la verbosidad hegeliana a la que tantos ascos hacía aquel (basta leer, por ejemplo, el encuentro que mantuvo con Frédéric Morin o el examen de acreditación docente para dar cuenta de esa animadversión particular). Ambiente del que no solo se emanciparía (añadamos, también, la delicada relación con Goethe y el romanticismo, a los que pilló por banda durante su juventud), sino que trataría de superar a partir de sus reflexiones, constituyendo esa afortunada rama torcida de la filosofía de la que con posterioridad surgiría Nietzsche.

Conversaciones con Arthur Schopenhauer se puede leer como un curioso recorrido biográfico y, también, como una organizada introducción al pensamiento de uno de los autores (junto a, me atrevería a decir, Kierkegaard) más orillados del Siglo XIX. Un repaso que el lector concluye no solo con ganas de abordar los mamotretos schopenhauerianos, sino también las lecturas laterales que constituyen Gracián, Montaigne (La apología de Raimundo Sabunde), Platón y Kant (¿acaso hay mayor opúsculo que el ¿Qué es Ilustración?). Y por añadir, hasta a ese Hegel al que llega a parodiar, columna vertebral sin la cual gran parte del pensamiento del Siglo XX (el del Adorno de su Teoría estética, por ejemplo) quedaría algo huérfano. Y es que, con su altanería y provocación, divertidamente recogidas en el presente volumen, Schopenhauer llevó al pie de la letra la máxima del sapere aude. Atreverse a pensar, a construir una reflexión, a crear una historia de la filosofía cansado, en definitiva, de lo poco interesante que traían las otras.

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