Nostalgia de la acción, de Ana Gorría (Saltadera) Ilustraciones de Marta Azparren | por Francisca Pageo

Ana Gorría | Nostalgia de la acción

Tenemos la danza, que es movimiento creado por un cuerpo el cuál sigue un ritmo, y en ella tenemos a Maya Deren, que expondría el suyo para llevar a cabo diferentes videometrajes en los que la poesía sería la clave para llegar a ella, para entenderla y comprenderla. Ahora, de la mano de Ana Gorría, una joven poeta que ya lleva varios libros publicados a sus espaldas, y de la ilustradora Marta Azparren, nos llega el libro Nostalgia de la acción, el cuál es una lectura que ambas hacen de la obra de la cineasta ucraniana. Una obra que, aunque no es muy larga, será grandiosamente apreciada por aquellos que amen la belleza y el gesto del cuerpo.

Así, estamos ante un libro donde podemos ver un punto de vista poético y personal, único y nada perecedero, sobre la cineasta. En él, los trabajos de Gorría y Azparren danzan entre sí, hipnotizados, frente a frente, cara a cara, y no sólo se complementan, sino que también completan nuestra mirada y nuestra manera de sentir lo que leemos.

Aunque no lo queramos, el cuerpo siempre está presente en todo y las palabras pueden materializarse de tal manera que no sólo las tocamos con nuestra alma y nuestra mente, sino también con la punta de los dedos al escribirlas o la punta de la lengua al recitarlas. Los versos que aquí tenemos son así, material danzante que va de aquí hacia allá. Material que, como la llama de una vela, danza con ritmo pausado y nos invita a fijarnos en las pequeñas sombras y detalles que va dejando tras de sí.

La poética de Ana Gorría es seductora y oscura, pero aun así, irónicamente, capaz de alumbrar lo oscuro, lo que no vemos y que nos cuesta ver. Hay cierto onirismo, sueño, deseo, en todo lo que vemos reflejado en el libro. Pese a su materialidad y el concepto que aquí se expone. De hecho, el trabajo de Maya Deren es así, es onírico y sensual, bello y seductor. Porque nos seduce de una manera que no logramos entender; es totalmente hipnótico y embaucador.

La naturaleza se refleja en los ojos de las autoras. El baile es algo natural, hermoso y deja tras de sí una estela de sentimientos encontrados; pero, ¿dónde está el principio y el final en este libro? No lo hay, no podemos verlo. Tenemos que buscar en las palabras, en los esbozos de tinta y letra, para hallar claves y encontrar las diferentes voces que se nos presentan; hallar lo que nos hace sentir, ya sea de manera viva o de manera etérea. El gesto es aquí la fuerza primigenia, la fuerza motriz, el verdadero principio de todo lo que acontece en el libro.

El reconocimiento en las palabras de Gorría es evidente, hay algo mágico en sus versos, que nos conduce a la inspiración misma, al arte en su forma más pura. Basta con leerla, con sus pausas y ritmos y juegos, tan limpios como puros y bellos. Asimismo, las ilustraciones de Azparren son tinta pura y sellos tipográficos que ilustran el cuerpo de la hermosa Maya Deren, lo ilustran sin dilación y con precisión. Quienes hayan visto sus videometrajes, sabrán de lo que hablo al ver estos esbozos.

De este modo, estamos ante un libro que no sólo ofrece una lectura de la cineasta, sino que también la complementa, nos hace ver partes de ella que no hemos visto antes o que no nos hemos atrevido a observar; nos hace ver la obra de Maya Deren desnuda y vibrante, vívida e incluso líquida. No sólo por la sensación que nos desprende el observar las ilustraciones, sino también por lo escurridizo de las palabras que la poeta Gorría nos invita a leer.

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