La llarga vida de la Marianna Ucrìa, de Dacia Maraini (Minúscula) (edición en catalán) | por Óscar Brox

Libros

En una entrevista reciente, con motivo de la publicación en castellano de Bagheria, Dacia Maraini lanzaba una de las claves para entender su obra: la pelea, la indignación frente a las injusticias y la necesidad de cambiar esa realidad. Quien haya leído su libro, una evocación de aquel espacio familiar que cobijó la segunda parte de su infancia tras sufrir el exilio y la experiencia de los campos de concentración, reconocerá la presencia de esos elementos en su escritura. Allí donde las palabras despliegan un mapa tridimensional que aúna lo emocional, lo histórico y lo político, Maraini no deja de invocar la lucha que, a menudo silenciosamente, larva la identificación de una mujer. No en vano, no son pocas las voces femeninas que protagonizan sus libros. Junto a la de la propia autora se encuentran las de Piera Degli Sposti -cuya historia llevaría al cine Marco Ferreri- o la Duquesa Marianna Ucrìa, cuya novela acaba de recuperar en catalán la editorial barcelonesa Minúscula.

Compartir una voz, en el caso de Marianna Ucrìa -sordomuda a causa de un episodio traumático acaecido con tan solo cinco años-, no es un mero recurso literario. Al contrario, Maraini presta el músculo a cada palabra silenciada, a cada vivencia ocultada bajo las ruinas, físicas y emocionales, de una Bagheria perdida en el tiempo. Como un paisaje narrado, la escritora italiana hace de historiadora y de intérprete, describe el detalle y también el impulso que anima cada paso en la larga vida de su protagonista. Una vida que se desarrolla en ese periodo en el que Europa comenzaba a vestir otra manera de entender las cosas, que encumbraba la razón y trazaba una serie de líneas divisorias entre los hombres y sus relaciones. Una transición que, en cierta manera, acompaña a la madurez de Marianna, a medida que descubre y asume una voluntad y una existencia propias desligadas de cualquier contrato u obligación más que para consigo misma.

La llarga vida de la Marianna Ucrìa se inicia con una infancia, la de su protagonista, interrumpida por su temprano casamiento. Las impresiones del padre, de su madre y sus hermanos abundan en descripciones trufadas de olores, gestos y pequeños detalles que Marianna recaba incansablemente, como un tesoro que describe la curiosidad de su vida interior. En una época de episodios breves, donde la madurez arriba durante la adolescencia y la senectud despierta rozada la cuarentena, Maraini narra una vida acomodada en su fugacidad, casi inerte, entre partos, abortos y satisfacciones maritales, donde la mujer queda ocultada bajo la maternidad y la madre devorada por unos hijos con los que apenas le separan unos años de diferencia. En ese primer tercio, Maraini evoca la vida de su heroína como lo hiciera con la suya propia: un torrente de sensaciones inunda cada página, desde el fuerte olor que desprende el delantal de Innocenza hasta el aliento tibio del hijo enfermo que acaricia el dedo de la duquesa cuando lo pone junto a sus pequeños labios. Así, como una imagen tridimensional, sentimos la presencia, entre tierna y opresiva, de una Bagheria que poco a poco cimentará el deseo de emancipación de su protagonista.

Deseo, un concepto labrado al calor del hombre. Eso anhela Marianna, lo que su matrimonio ha frustrado, lo que sus lecturas de David Hume empiezan a intuir. El deseo que siente por uno de sus criados, al que educa y refina, ama y rehuye, consciente de la distancia insalvable que los separa. Frente a la intolerancia de su hijo, frente a la incomprensión de su hermano, Marianna goza en su madurez de viuda de todo aquello que hasta entonces le había sido vedado. Algo parecido a unas emociones morales que colorean cada uno de esos detalles que el resto de sentidos, a falta del habla, había aprendido a potenciar. La ternura con la que trata a Saro, el criado, en su coqueteo sentimental; el gesto maternal, entre delicado y autoritario, que siente por Fila, una hija postiza a la que ha terminado más ligada que a sus propias hijas; el tráfico de ideas y pensamientos que intercambia con Giacomo, lo más cercano a un compañero que hallará en el camino. Cada una, una pequeña porción que reúne esa vida tardía que su protagonista empieza a experimentar cuando el resto de mujeres se marchitan.

Con La llarga vida de la Marianna Ucrìa, Dacia Maraini elabora el retrato de la identificación de una mujer en tiempos de contratos y posesiones, donde el faro de la razón no iluminaba a todos por igual. En una novela tan hermosa, donde las impresiones de su personaje juegan un papel fundamental, Maraini consagra cada descripción a todas las emociones, incluidas las más diminutas, que pintan el lento despertar de la existencia de la duquesa Ucrìa. Entre la niña que se desmaya ante la poderosa visión de unos condenados a la horca y la mujer que acepta su exilio en plena posesión de su vida interior, se encuentra un fresco ambicioso de la historia de una Europa que dejó de pensar con las manos para aprender a liberar sus ideas. Una historia dolorosa, plagada de muertes e injusticias, cuyos vestigios son ahora las ruinas de la Bagheria por la que Maraini pasea las suyas propias durante estos años de infancia interrumpida. Dos siglos de diferencia unidos por un mismo hallazgo: el reconocimiento de una identidad y una vida interior plenas.

 

(*) La larga vida de Marianna Ucria ha sido publicada en castellano por Galaxia Gutemberg.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.