La noche de cazador

Pocas veces la historia de las carreras cinematográficas breves ha dado un ejemplo tan notable como el del actor Charles Laughton, quien en complicidad con el guionista James Agee concibió una de esas películas que irrumpen en el cine y nunca lo abandonan: La noche del cazador. Construida alrededor de dos huérfanos de la América profunda que huyen del terror representado por una figura paterna postiza, la película de Laughton es tanto una reflexión sobre el mal como un cuento infantil actualizado al contexto de la América deprimida; una historia sobre el aprendizaje de la madurez en las peores condiciones y un reflejo de las penurias morales causadas por la privación económica, esa que tan dickensianamente supo plasmar la literatura inglesa. Pero, sobre todo, La noche del cazador es un estudio de la condición humana en todos sus detalles, esos que el predicador Powell dibuja en sus nudillos como el bien y el mal, un combate narrado bajo la aterrada mirada infantil de sus protagonistas.

En La noche de todas las pesadillas, Víctor de la Torre elabora un retrato de esa obra maestra y, al mismo tiempo, efímera que marcó la carrera como cineasta de Charles Laughton. Una película donde el relato sobre la infancia se mezcla con el folclore de cierta época estadounidense, donde la impronta seminal que convierte a la niñez en una etapa especialmente propicia para la plasmación de conceptos primordiales se entremezcla con un entorno tétrico, hostil, surgido de nuestra naturaleza más oscura.

leer en détour

Número cuatro
Pa(i)sajes: Lo efímero
Ilustraciones: Francisca Pageo


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