número tres | pa(i)sajes: nuevas (y viejas) olas asiáticas | ilustraciones: ferdinand jacquemort
Tras una primera parte de su carrera convertido en una especie de devorador de películas, creador de innumerables pinkus (cine erótico) atravesados por un fuerte contenido político y destructivo (en buena medida con la complicidad de Masao Adachi, que acabaría convertido en terrorista), Koji Wamatsu abandonó el cine (o mejor, el cine le abandonó a él). Detrás dejaba películas como The embryo hunts in secret, Go go second time virgin o Éxtasis de los ángeles, que mostraban aquello que sus compañeros de generación (la nueva ola japonesa) en buena medida se saltaban, siempre desde una posición completamente en solitario, desde su propia productora.
Wakamatsu, sin embargo, no acababa ahí su historia. Alguna década tuvo que pasar, pero regresó. Con una fuerza incluso aún mayor, seguramente liberado de muchas cosas. Así, Cycling Chronicles: Landscapes the Boy Saw (una road movie en bicicleta, sobre un asesino), United Red Army (ajuste de cuentas con el grupo terrorista japonés que inauditamente se autodestruyó, asesinando una parte a la otra) o Caterpillar (el regreso de la guerra de un hombre sin piernas ni brazos, convertido en un dios incómodo), devolvían a un director tan incisivo o más que antes, y le ponían en primera línea de un cine japonés que ya no tiene nada de incomodo y demasiado de complaciente.
Jesús Cortés se centra en estos últimos años para devolvernos el retrato de un hombre fundamental para entender el cine japonés de los últimos cincuenta años…